Hoy tenía que celebrarse la sesión de cierre del curso ABAI 2 y para ello teníamos que preparar unas ideas de base para comentarlas en la sesión presencial.
La pandemia del COVID 19 y el confinamiento que nos está tocando vivir desde hace más de seis semanas y la imposibilidad de realizar una sesión presencial para cerrar el curso, me exige ampliar la información inicialmente documentada y guardada como borrador, para compartir con vosotros de una manera más amplia mi acercamiento al mundo de las patentes y la protección de los resultados.
En el mundo industrial español las empresas cuando generan un nuevo conocimiento que puede dar como resultado un nuevo producto o un nuevo proceso, buscan la manera de proteger esa invención o descubrimiento.
En el grupo de las grandes empresas, la patentabilidad de los resultados es una de las principales opciones, a la altura del secreto industrial, aunque en la mayor parte de los casos, cuando la rentabilidad no está clara, la difusión de los resultados hacia sus proveedores y colaboradores, en un entorno de innovación abierta, suele ser la manera de trabajo más habitual.
En el grupo de las pequeñas y medianas empresas suele surgir la duda de la patentabilidad y aunque un alto porcentaje de empresas han tenido alguna experiencia, prácticamente todas deciden no volver a recorrer un camino largo, complejo y no exento de sorpresas.
El camino de una patente está preparado para poder obtener una situación de privilegio en un mercado acotado geográficamente, siendo consciente que la información se hace pública y que el privilegio de derechos tiene una duración limitada y unos importantes costes de mantenimiento (mayores cuanto mayor sea el ámbito geográfico protegido).
Y los costes, como siempre en todo negocio, deben ser soportados por un plan de negocio asociado donde el riesgo de no hacerlo realidad, puede generar verdaderos problemas financieros y estructurales a la empresa, dado el creciente nivel de inversión.
Son muchas las empresas que no agotan el periodo de 20 años en el caso de las patentes porque el beneficio obtenido es mucho menor que el planificado y deseado. Son muchas las empresas que tras una primera experiencia deciden buscar nuevos modos de proteger las invenciones cuyo riesgo financiero sea menos importante.
Esa importante cifra de empresas que adoptan nuevas soluciones invitan a pensar que el sistema de patentes quizá no deba ser la primera opción en la determinación del modo de protección del conocimiento.
La pandemia del COVID 19 y el confinamiento que nos está tocando vivir desde hace más de seis semanas y la imposibilidad de realizar una sesión presencial para cerrar el curso, me exige ampliar la información inicialmente documentada y guardada como borrador, para compartir con vosotros de una manera más amplia mi acercamiento al mundo de las patentes y la protección de los resultados.
En el mundo industrial español las empresas cuando generan un nuevo conocimiento que puede dar como resultado un nuevo producto o un nuevo proceso, buscan la manera de proteger esa invención o descubrimiento.
En el grupo de las grandes empresas, la patentabilidad de los resultados es una de las principales opciones, a la altura del secreto industrial, aunque en la mayor parte de los casos, cuando la rentabilidad no está clara, la difusión de los resultados hacia sus proveedores y colaboradores, en un entorno de innovación abierta, suele ser la manera de trabajo más habitual.
En el grupo de las pequeñas y medianas empresas suele surgir la duda de la patentabilidad y aunque un alto porcentaje de empresas han tenido alguna experiencia, prácticamente todas deciden no volver a recorrer un camino largo, complejo y no exento de sorpresas.
El camino de una patente está preparado para poder obtener una situación de privilegio en un mercado acotado geográficamente, siendo consciente que la información se hace pública y que el privilegio de derechos tiene una duración limitada y unos importantes costes de mantenimiento (mayores cuanto mayor sea el ámbito geográfico protegido).
Y los costes, como siempre en todo negocio, deben ser soportados por un plan de negocio asociado donde el riesgo de no hacerlo realidad, puede generar verdaderos problemas financieros y estructurales a la empresa, dado el creciente nivel de inversión.
Son muchas las empresas que no agotan el periodo de 20 años en el caso de las patentes porque el beneficio obtenido es mucho menor que el planificado y deseado. Son muchas las empresas que tras una primera experiencia deciden buscar nuevos modos de proteger las invenciones cuyo riesgo financiero sea menos importante.
Esa importante cifra de empresas que adoptan nuevas soluciones invitan a pensar que el sistema de patentes quizá no deba ser la primera opción en la determinación del modo de protección del conocimiento.
Una pena que no hayamos tenido una sesión presencial, que siempre hablar de estas cosas es más entretenido que escribir.
ResponderEliminarBueno, aquí terminamos. Gracias por participar, y perdón por tardar tanto en comentar...